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Bienvenido a "Descargas del Alma", espero que podamos compartir canalizaciones, poesía, pensamientos, meditaciones, cuentos, historias, visiones, misiones... en definitiva, todo contacto que hayamos tenido, tengamos o vayamos a tener con la "Memoria Universal"... Nos miramos, FE.

domingo, 22 de junio de 2025

Entre el origen y la red…

Ser persona en tiempos de la extensión digital…

¿Quién soy cuando apago el celular? 
¿Qué queda de mí cuando dejo de responder mensajes, cuando el algoritmo deja de adivinar lo que quiero, cuando no hay nadie mirando?

No es fácil responderlo…
No al menos con la ligereza con que se responde una encuesta o un mensaje de WhatsApp.
Porque no se trata solo de un “yo” que consume o reacciona, sino de algo más antiguo, más profundo… algo que quizás nos conecta con el principio del origen.

Lo que emerge al principio…

El origen no es una fecha ni un punto en el mapa ni una gran explosión. 
Es una intuición… un suspiro…
Una sensación interna de que algo en mí ya era antes de que todo esto comenzara. 
Antes de los perfiles, las claves, las etiquetas.
Antes incluso del lenguaje.

Ese origen tampoco es un refugio individualista. 
No es la cueva del ego. 
Es, por el contrario, el primer llamado a lo común, a lo compartido. 
Nacemos frágiles, abiertos, necesitados del otro. 
Somos personas, no solo individuos, porque desde el primer aliento estamos atravesados por vínculos.

De la piel hacia afuera…

Pero hoy… algo ha cambiado. 
Ya no es solo el otro quien nos habita, también lo hace la red.
La tecnología ha pasado de ser una herramienta a convertirse en una extensión de nuestro sistema nervioso.
Como una neuroprótesis silenciosa se ha incrustado en nuestros hábitos, decisiones y emociones.

Ya no pensamos solos.
Ya no recordamos solos.
Ya no nos aburrimos ni nos equivocamos solos.

Google, los feeds, la inteligencia artificial… todos ellos nos sostienen o nos reemplazan en tareas que antes eran profundamente humanas. 
¿Pero a qué costo?

¿Y si la tecnología también es un espejo?…

Tal vez no se trate de demonizarla, sino de entenderla. 
Si la red amplifica lo que somos, ¿qué dice de nosotros esta hiperconexión sin pausa?

Tal vez que tenemos hambre de sentido. 
Que buscamos sin cesar la mirada del otro. 
Que no queremos solo información… queremos comprensión.

Y ahí aparece, una vez más, la diferencia entre ser individuo y ser persona. 
El individuo se basta a sí mismo. 
La persona se reconoce incompleta. 
Necesita pensar con otros, sentir con otros, construir con otros.

Hacia estructuras que sienten y aprenden…

En ese cruce entre humanidad y tecnología hay una posibilidad. 
No solo de controlarla, sino de habitarla con conciencia. 
No para producir más, sino para vivir mejor.

Quizás debamos aprender de nuevo a diseñar estructuras, no solo físicas, sino interiores, que piensen, que cuiden, que aprendan.
Estructuras mentales que nos inviten a silenciar el ruido. 
Estructuras emocionales que acojan lo vulnerable. 
Estructuras sociales que no se midan por su eficiencia, sino por su capacidad de hacer lugar al otro.

Volver a la pregunta…

Y así volvemos al inicio. 
A la pregunta por el origen. 
No como nostalgia, sino como brújula. 

Porque allí donde comenzó todo… ese primer latido, esa primera mirada, ese primer silencio compartido, quizás aún esté la clave para sostenernos en este mundo acelerado.

Un mundo que nos quiere rápidos, productivos, conectados.
Aunque, más que nunca, necesita de personas que se atrevan a parar, a sentir, a recordar quiénes somos cuando nadie nos mira.

Y quizás ahí es donde todo vuelve a empezar…

No en el ruido, ni en la prisa, ni en los datos…
Sino en el silencio que hay entre una respiración y la siguiente.
En el coraje de ser profundamente humanos en tiempos de la expansión digital.

Elegir la presencia por sobre el rendimiento.
La conexión, por sobre el control.
Y recordarnos, a nosotros mismos y entre nosotros, que incluso en el corazón de la red, aún llevamos dentro una voz que vale la pena escuchar… y te invito a escucharla…

Porque si nos atrevemos a mirar hacia adentro con suavidad, tal vez recordemos, no lo que nos dijeron que debíamos ser, sino lo que todavía resuena en las páginas silenciosas escritas en nuestro propio Registro Akáshico.

(FE-2025)

viernes, 20 de diciembre de 2024

Equilibrio…

Los suspiros se los llevó el silencio,
las estrellas danzan en mi mente,
sus mensajes quedaron guardados
entre luces y sombras de un reloj
colgado en el umbral de la desolación,
lápida de un descanso fugitivo.

Los cuerpos se cubren con el manto de la noche,
las humedades liberan sus aromas y frescores,
las miradas se pierden en el horizonte de los sueños.

La luna se baña en las lágrimas de los ausentes,
dejados a la deriva en el rencor de los colores,
cada esquina es testigo del miedo a las palabras.

Cada camino tiene su desvío
y cada desvío tiene un nuevo destino,
cada latido tiene su propia muerte
y cada muerte tiene un nuevo desafío,
la rueda de los sentidos se va oxidando
en el equilibrio de los días bajo el sol.

(FE-2024)

jueves, 15 de agosto de 2024

Plaza…

Los días se van sumando,
juegos, risas y abrazos,
danzas de soles y lunas,
cantos de vientos y lluvias,
no todo lo puede borrar el tiempo.

Cada eslabón del silencio
va blindando los sentidos
y el candado del destino
dejó perdidas sus llaves,
el vacío está clausurado.

Los aromas de otros horizontes
dibujan puentes lejanos
entre las luces y las sombras
de los suspiros desvestidos
en días de sangre y flores.

Los días se van restando,
angustias, miedos y soledades,
llantos de cometas caídos,
gritos de nubes secas,
no todo lo puede borrar el tiempo.

(FE-2024)

domingo, 14 de enero de 2024

La partida…

Como le dijo mi esposa a una prima por la partida de mi tío: “lo que duele es la pérdida de esa equalización de los corazones…”

Esto lo puedes ver como la radio del corazón, tiene distintas frecuencias, AM y FM, y distintas estaciones en cada una, que las podemos asociar a las distintas personas que se cruzan en nuestro camino, cada una tiene su propia estación, que las podemos sintonizar mejor o peor, algunas, nuestras favoritas o nuestros seres queridos, las dejamos guardados en la memoria de la radio para un acceso más rápido… 

Cuando alguien parte, muere, es como que se borrara su estación y ya no podemos sintonizar sus melodías, buscamos en el dial y no la encontramos, ya no podemos sincronizar con sus conversaciones, con sus enseñanzas…

La verdad, es que no fue que se borrara su estación, sólo que se cambió de frecuencia y ahora debemos encontrar esa frecuencia, que ya no es AM ni FM, pero nuestro corazón la puede sintonizar igual… 

Así que en la calma y la paz interior debemos aprender a buscar esa nueva frecuencia y sintonizar su nueva estación para agregarla nuevamente a nuestros favoritos, y así tenerlo nuevamente junto a nosotros, viviendo con y en nosotros…

(FE-2022)